Acudí a dos sesiones de acupuntura para dejar el tabaco, un tanto a regañadientes - me las habían regalado, y no era plan hacer el feo -. Además, sentía tanta curiosidad como escepticismo. ¿Funcionaría aquello?
Realmente no puedo decirte si la acupuntura influyó directa o indirectamente. No tengo ni idea. Lo cierto es que la primera semana la pasé bien. De esas que ves como la tormenta se cierne a lo lejos: La jodida segunda semana. Pero no pasó nada. Ni después. Simplemente no tenía ganas de fumar. Y lo reforzaba y refuerzo con el pensamiento, que acabé automatizando, de
"¿Qué he ganado y qué he perdido? ¿Merece la pena volver a fumar? "
Este es el balance del primer año:
GANANCIAS:
PÉRDIDAS:
- Peste a tabaco retestinado en la ropa y en los muebles.
- Ceniza en el coche, el escritorio y el teclado.
- Aliento a cenicero sucio.
- Amarilleamiento progresivo de las paredes.
- Quemaduras en la ropa.
- Carraspera.
- Toses, estornudos y escupitajos.
- Ruidos pulmonares.
- Ennegrecimiento de los dientes.
- Papeletas para el accidente cardio o cerebrovascular, un puñado de cánceres así como otro montón de enfermedades con nombres feos y variados como el enfisema o la EPOC, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
- Nervios por el deseo irrefrenable de fumar en, por ejemplo, reuniones de trabajo.
- Ansiedad porque quedan tres cigarros, son las doce de la noche y no hay nada abierto. ¿Qué fumaré luego y mañana?... Esos viajes nocturnos en busca de tabaco.
- Agobios por pensar que me estoy envenenando como un gilipollas y que o lo dejo mañana o un día verás el susto que me voy a llevar. Pero eso, mañana.